Recuerdos de antes de la pandemia

A veces, y creo que no soy la única en hacerlo, me quedo hasta tarde viendo fotos de vacaciones pasadas. A veces incluso subo algunas a Instagram, con algo de vergüenza por vivir en el pasado. Pienso, eso sí, que con la pandemia esta actitud se ha normalizado, a tal punto que ya es un género de fotos en sí mismo. Casi siempre muestran a la persona sonriendo en algún paisaje hermoso, con alguna varación de este texto: Llévenme de vuelta”, Quiero volver” o cosas de ese estilo.

En esa línea, y pensando en que mis próximas vacaciones serán en 2024, me doy la libertad de compartir algunas fotografías de cuando viajé a Nueva York con mi madre y mi hermano en febrero de 2020, como dos semanas antes de que el COVID-19 consumiera todas las ciudades del mundo.

Acá estoy comiendo pizza en Grimaldi’s Pizzería. No me acordaba bien del nombre del local, así que me metí a Yelp y Tripadvisor y me di cuenta que los amigos estaban funados por racistas:

Staff here are nasty, racists with bad service… there’s regular tables available but they made us sat against the window next to the bar and lied to their manager saying that we requested it instead they gave the table to a couple came behind us… will never come back again

Racism! Shame on you, Grimaldi’s. I have loved this restaurant, but I will never ever visit there again. Wish I could teach them how to spell Chinese’!

Yo comiendo pizza

¿Se puede separar al artista de la obra? En este caso, si los meseros están funados, ¿tengo que cancelar a los chefs también? ¿Por qué una pizzería tan buena permitiría un comportamiento racista en su personal?

Dejando de lado las funas, la pizza estaba excelente. Ha pasado más de un año y aún recuerdo su sabor. Qué maravilla.

Siguiendo con la comida, en una de las primeras y heladísimas noches en las que estuvimos, con mi hermano insistimos en ir a comer ramen a Ichiran. Según las reseñas de Internet, era el mejor ramen de la ciudad. Mi mamá no tenía ganas de ir porque cree que todo lo relacionado a Japón es una etapa”, pero al final fue la más contenta cuando fuimos.

Ramen

El local en sí es una experiencia, porque no hay mesas para sentarse en grupo, sino que estás sola y separada de los demás comensales por un cubículo, así que si quieres conversar, tienes que girarte. Nunca ves a los meseros, el plato llega a través de una cortina que se abre y en que aparecen dos manos que te sirven y te hablan en japonés. Lo fantástico es que te invitan a hablar en ese idioma, así que vienen muchas frases útiles impresas en un cartón.

Recordé mis mejores clases en el CEIJA y utilicé las frases más básicas, pero me sentí alegre, en modo sirvió la inversión”. Soy una persona muy insegura a la hora de estudiar idiomas, así que siempre me quedo con la impresión de que perdí el tiempo estudiando. Sin embargo, en esa instancia me di cuenta que no.

Siguiendo con lo japonés, y ya que fui por tan pocos días (¡5!) con mi hermano aprovechamos de recorrer todo lo más rápido posible y no perderenos nada. Uno de los lugares a los que más quería ir era a la librería Kinokuniya, donde no solo venden libros, sino que también artículos de colección, figuras, papelería, manga, juegos de mesa, cosas para gatos, etc.

Creo que recorrimos la tienda en 20 minutos o menos, ya que el taxi para irnos al aeropuerto nos esperaba. En el segundo piso habían muchas cosas de anime, entre ellas, un Monopoly de Sailor Moon que me hubiese encantado comprar. Ni imagino cómo era el tablero…

Sailor Moon

Manga

BT21

Había una gran sección de libros japoneses. Me hubiese encantado llevarme uno, o alguna de esas maravillosas ediciones del Genji Monogatari, pero estaba segura de que me había excedido en el peso de la maleta, así que no llevé más libros.

Libros japoneses

Genji Monogatari

También había cosas de Kitan Club, marca que siempre he admirado. Me hubiese comprado todo.

Kitan Club

También quiero hacer una mención especial a K-town, que quedaba muy cerca del hotel donde nos quedamos. Mi dios Taemin estaba en todas partes.

Taemin

Crashlanding on you

A estas alturas ustedes se preguntaran: ¿fuiste a Estados Unidos solo a ser una maldita otaku? Pues sí, pero también aproveché de conocer los museos.

Acá estoy junto a un dinosaurio:

Museo de historia natural

Historia natural

Conocer el Museo de Historia Natural había sido un sueño desde que supe que existía, y la verdad es que estando allí me emocioné e incluso lloré, jajaja. Nunca pensé que podría ver esas maravillas con mis propios ojos.

También entramos a una tienda temática: todo era sobre Halloween. Y tenían el famoso gorro de Trump:

Trump

En otras cosas que no compré por no ser millonaria todavía, están estas carteras:

Carteras de Hello Kitty

Para finalizar, les dejo algunas fotos de edificios y paisajes citadinos.

Edificios

West Village

Con la pandemia, me he puesto más casera que nunca. La verdad jamás he sido muy buena para salir, pero ahora ni siquiera me dan ganas de ir a comprar pan. La vida dentro de casa es muuuy cómoda. Eso sí, viendo estas fotos, me da nostalgia y pienso en querer viajar aunque sea a la playa.

Espero ese día llegue pronto.

August 3, 2021 · vacaciones · museos · pensamientos · nueva york


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