¿Volviendo a la normalidad?
En la última entrada escribí sobre extrañar el aire libre y las vacaciones. Increíblemente, han bajado los casos de COVID-19 y he tenido que abandonar de la comidad de mi casa varias veces en los últimos días, por lo que mientras hacía trámites, aprovechaba de ver a algunos amigos.
Cardenio merece una mención honrosa, pues no lo veía desde el 2019 y en el pasado mes nos hemos visto ¡3 veces! Realmente es muy apañador.
En un paseo junto a él comimos comida coreana. Extrañaba mucho comer tranquilamente sin apuros al aire libre.
Fuimos al Everyday de Providencia. Él pidió yakisoba y yo un bibimbap. Además pedimos un tteokbokki individual para compartir, pero resultó ser muy grande. Creo que tres personas pueden felizmente comer de la porción invidividual.
Antes de eso, habíamos pasado a ver a mi amiga Cata a su trabajo. Hace muchos meses –calculamos que desde diciembre de 2019– no nos veíamos, así que me hizo muy feliz verla y ponernos al día. Aproveché de comprar algunos libros en la visita: Cata trabaja en una librería y puedo decir que es una excelente librera. Todos los libros que me recomendó están buenísimos.
Compré Genio y tinta de Virginia Woolf, La verdad increíble de Tove Jansson (sí, ¡la creadora de los Moomin!), Mi vida en los noventa de Lyn Hejinian y El Mundo de Alfredo Gómez Morel. Este último me causó una alegría especial, puesto que se considera la segunda parte de El Río, novela sobre la que escribí mi trabajo final de investigación en Letras.
Esa salida fue muy positiva, puesto que los días que vinieron tuve mucho trabajo por los Juegos Olímpicos. Ver a Cardenio y disfrutar un poco de la ciudad me dejó con nuevas energías ❤️.
Los días que vinieron solo fueron trabajo y más trabajo. Tuve algunas clases, pero la verdad es que no pude estudiar mucho.
Finalmente el viernes pasado tuve día libre y pude ir a Viña del Mar con mi familia. Conocí el local Casssis y comí una torta amor, mi torta favorita de la vida. Me recuerda a Concepción y a mi amiga Silvana, a quien extraño mucho. ¡Espero ir a verla pronto!
El viernes estuvo muy helado y me resfrié. Pero valió la pena. Nos devolvimos ese mismo día y el sábado vi a mis amigas Cata y Valeria.
Hacía mucho frío, así que con la Cata buscamos un lugar con estufa. Al parecer solo se podía estar media hora, pero tengo la impresión de que nos echaron pasados los 50 minutos. De haber sabido que había un tiempo máximo, nos habríamos ido antes.
En esa ocasión la Cata pidió un carrot cake y creo que un cortado. Yo pedí un americano y dos croissants con manjar. Amo los croissants, pero creo que el manjar estaba un poco recocido. Terminé pidiendo otro café.
Algo chistoso es que la semana pasada me avisaron que quedé seleccionada en dos congresos para hablar sobre mi tesis. Me hizo muy feliz la noticia, pero tendré que mandar una foto “decente” –no necesariamente formal– a las organizaciones. Así que la Cata me ayudó a sacar unas más acordes a mi pelo largo-y-pandémico y a mi peso actual. ¡Gracias Cata!
El sábado realmente lo aprovechamos mucho. Tras tomar once, fuimos a una tienda que no conocía a comprar una boina para la Cata. ¡Le queda muy bien! ❤️ Luego caminamos un montón, más o menos desde Los Leones hasta Salvador. Antes eso habría sido poco para mí, pero ahora en pandemia me parece que es mucha distancia para mi estado físico actual.
Luego nos encontramos un rato con la Valeria, que estaba en Santiago. ¡Me encantó verla! A pesar de que estuvimos poco rato juntas, aprovechamos de conversar y sacarnos fotos. Me da pena pensar que, una vez que acabe la pandemia, no volveremos a encontrarnos en la universidad 😔. Ver a la Cata y la Vale en el kiosko de Humanidades era siempre algo que me alegraba en los días de clases.
Eso es todo por hoy. Estos días que viene me espera mucho trabajo, leer y escribir muchísimo, así que me alegro de haber tenido este respiro. Espero los casos de COVID-19 se mantengan bajos y todo mejore.